ELECCIONES (XII). Esther del Campo: «Ni soy de Podemos, ni tengo cuernos y rabo»

Por Fernando Quirós

Así de claro. Esther del Campo reafirmó, en la Facultad de Ciencias de la Información su independencia de los partidos políticos y volvió a recodar que no quiere ser vicerrectora con nadie, que no habrá pacto otras candidatas, ni candidatos. Yo la creo.

Hay que ser muy valiente y estar mi segura de sí misma para hacer una declaración como esta, que le resta margen político de maniobra en una, muy probable, segunda vuelta de estas elecciones. Y cuando se dice esto, cuando ni se va repartiendo cargos futuros, ni despachos, ni delegaciones o puestos de todo tipo, es porque en lo que se cree es un proyecto. Esther cree en su proyecto, en su Compromiso Complutense, y va ganando apoyos por días, en una UCM que está recorriendo de cabo a rabo, hablando a tumba abierta con todos y todas. No por casualidad, la gente del que parece el candidato fijo para una segunda vuelta, Goyache, está cada vez más nerviosa.

El impulso ético de esta profesora que se reconoce en la izquierda, se siente no sólo leyendo su programa, sino, también escuchando sus intervenciones públicas. Transmite muy bien. Habla como ella misma dice con la boca bien abierta y no le duelen prendas a la hora de decir las cosas como las piensa.

El pasado día 8 de marzo tuve el gusto de conocerla y saludarla personalmente a ella y a su equipo de campaña. En contra de lo que dice algún comentario malicioso enviado a este blog, yo no he tenido ningún contacto personal anterior con la candidata, ni decidí apoyar su candidatura para colocarme “en primera fila” a ver si la futura rectora me lo agradece con un despachito en Séneca. Nada de eso. Yo estoy terminando mi carrera académica. El próximo día 25 de marzo cumplo sesenta y cinco años y si la salud me lo permite seguiré aquí hasta 2028, como profesor de a pie y no aspiro ya a ningún puesto de gestión. Tuve el honor de ser el primer director del Departamento de Periodismo y Nuevos Medios. Terminé mi mandato en 2022 con amplio reconocimiento de mis compañeros. Punto. Ya no aspiro a nada más, que no sea jubilarme como catedrático de mi querida Complutense, donde ingrese como estudiante en 1975 y de la que soy profesor desde 1986.

Conocía el trabajo de esta profesora de ciencia política porque, al igual que ella estoy especializado en la realidad latinoamericana. También había seguido sus intervenciones en el Consejo de Gobierno de la UCM, identificándome con su estilo claro y con su defensa permanente de una universidad pública con un sentido profundamente humanista. Me impresionó especialmente su intervención en el Consejo de Gobierno, con motivo del infausto nombramiento como alumna ilustre de nuestra universidad de la anti universitaria y anti complutense, Díaz Ayuso.

 Después leí su programa electoral (he desmenuzado el de todos los candidatos y candidatas) y me decidí a aportar mi granito de arena, porque allí y en sus manifestaciones públicas pude identificar la Complutense que yo quiero: democrática, igualitaria, diversa y comprometida con la sociedad a la que debe servir. Una UCM inspirada en valores , que no sólo capacite técnicamente a sus estudiantes y los profesionalice, sino que, al mismo tiempo los convierta en ciudadanos libres y capaces de defender algo que está amenazado en todo el mundo: las democracias.

Esto precisa de un impulso ético y eso es precisamente lo que encuentro en esta mujer y no encuentro en el resto de los candidatos y candidatas. Y este impulso ha comenzado a calar en el electorado y a poner nervioso al oficialismo goyachista, de forma que, en la primera semana de campaña, ya circulaba el mantra anti del Campo: es de Podemos, es amiga de Pablo Iglesias. O sea, el discurso de Díaz Ayuso, del Partido Popular, de la caverna mediática de la ultraderecha. ¡¡Cuidado complutenses!!, si gana la amiga del Coleta, nos comen los mugremitas y los batasasunos.

Oír estas cosas a Jiménez Losantos o a Carlos Herrera y demás payasos, disfrazados de informadores, no me sorprende. Pero oírlo de profesores universitarios y ver cómo lo alimentan algunos equipos de campaña, me indigna. Es esta gente la que no debería estar en la universidad.

En 1977, estando ya convocadas las primeras elecciones democráticas tras cuarenta años de dictadura, los franquistas y la derechona que la aupó y la mantuvo en el poder, solían decir a los votantes del agro español, donde la incultura era alta, si votas a los rojos te quitarán la vaca,  quemaran la iglesia y matarán al cura. Y en las ciudades no era distinto, solo omitían la vaca. Los rojos eran una amenaza en todas partes. Es el mismo discurso que están lanzando contra Esther del Campo. Por eso aplaudo que Esther comenzase se intervención en mi facultad con la frase que me ha servido hoy de titular.

¿Por qué es Esther del Campo una amenaza? ¿Por decir que hay que acabar con el poder de las “familias de la Complutense”? ¿Por reclamar que las mujeres ocupen los lugares y pestos que les corresponde por número y por derecho, en nuestra universidad?¿Por ser una decana próxima a los estudiantes, que proclama que quiere ser la “rectora de los estudiantes”? ¿Por dirigir una facultad dinámica y viva como la de Ciencias Políticas y Sociología? ¿Por decir que lo primero son las personas? ¿Por querer re-patrimonializar la Complutense? ¿Por creer en una enseñanza de calidad, humanista y crítica?

Claro, oyendo a esta mujer, se entiende que los que ocupan puestos y despachos desde hace décadas, los que se sirven de la Complutense, en vez de servirla, estén entonando aquello que cantaba Luis Eduardo Aute:….sillón de mis entretelas, mi despechito oficial, quieren dejarme dos velas….

Pero aún tengo que decir algo más. Supongamos que el mantra fuese cierto:

Esther del Campo es amiga de Pablo Iglesias, ¡Y QUÉ!;

Esther del Campo es de Podemos¡Y QUÉ!;

Esther del Campo es feminista…¡PUES MUY BIEN!.

Y si eso les parece que es tener cuernos y rabo, pidan un carguito a Ayuso y dejen a la Complutense en paz.

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