
Por Fernando Quirós
Con la toma de posesión del nuevo Equipo Rectoral, el rector Goyache ha cerrado un largo periodo de crisis y de incertidumbre. La primera de estas crisis fue la originada por el Caso Ayuso, que se saldó con dos dimisiones (Juan Carlos Doadrio e Ignacio López), cubiertas con dos nombramientos que respetaban la cuota de poder del espacio ideológico del conservadurismo. La segunda crisis ha sido la salida precipitada de Javier Montero y Araceli Manjón, con las elecciones ya ganadas por Goyache y con su nombramiento como nuevo rector publicado en el BOCAM. Resulta chocante que se procediese primero a una remodelación con carácter de urgencia, cuando quedaban muy pocos días para su toma de posesión oficial.
Está fuera de toda duda que todos los integrantes de este Equipo Rectoral, tanto los que renuevan puesto, como los que se incorporan, tienen un currículum académico y una experiencia de gestión que les hace idóneos. Nada que objetar en este aspecto y, desde un punto de vista técnico, el rector ha formado un equipo capaz y potente. Sin embargo, le guste o no a Joaquín Goyache, todo nombramiento tiene un carácter político y pone de manifiesto los apoyos y los compromisos de quien lo hace, y en este equipo destacan dos cosas. La primera que la Facultad de Derecho adquiere un peso que no tenía desde los tiempos de Gustavo Villapalos. Su decano, Ricardo Alonso, ha sido uno de los apoyos más militantes con los que ha contado Goyache y los resultados obtenidos por su candidatura en este centro apabullan. La segunda, mucho más importante, es que este equipo tiene un carácter mucho más conservador que el anterior. Obviamente no prejuzgo que la ideología de cada uno o cada una, vaya a ser antepuesta a sus obligaciones como vicerrectores o vicerrectoras de la Complutense. Pero después del asalto del Partido Popular a la UCM (las Nuevas Generaciones y los asesores del alcalde repartiendo votos de Goyache) y de los contundentes discursos y declaraciones de la presidenta de la CAM, quien escribe acaba por concluir que el apoliticismo de los campus, proclamado por Ayuso y por Goyache, se refiere solamente a las opciones de izquierda.
El rector, sus vicerrectoras y vicerrectores merecen todo mi respeto, pero si resulta, por ejemplo, que un vicerrector en un puesto importante se ha prodigado en artículos periodísticos y en conferencias, diciendo cosas como que “un católico debe desobedecer las leyes contrarias a la ley natural”; o que, “las mujeres son las grandes perjudicadas por la ‘ingeniería social” y que ha escrito contra la exhumación de los restos de Franco de Cuelgamuros, me lleno de preocupación. Si, además, para otro puesto no menos importante, se ha nombrado a otro vicerrector que ha desempeñado puestos políticos en el gobierno de Mariano Rajoy y proviene de una universidad privada y ultracatólica, mi preocupación crece. Por otra parte, si en próximos días, los nombramientos de los delegados del rector siguiesen la misma pauta y si se confirmase en su puesto a la jefe de gabinete, pues: “verde y con asas”. Pero, con todo, no son estas dos características as que más me preocupan. Lo verdaderamente peligroso es el discurso con el que se ha dado comienzo al nuevo mandato. Primero porque no es integrador y, segundo, porque no es un discurso propio, sino impuesto.
Goyache dijo en su toma de posesión y repitió luego en la de su equipo de gobierno, que su candidatura es la única que puede llevar a la Complutense a ser el centro de educación superior de referencia en la Comunidad de Madrid y en toda España. Me parece una falta de respeto. Cualquiera de los otros seis candidatos tenía como su objetivo principal, exactamente lo mismo. ¿Quién no quiere eso para nuestra universidad? Al mismo tiempo, el hecho de que hubiese tanto candidato respondía a una insatisfacción muy extendida con la gestión de Goyache. Esta postura no es integradora, no es justa y no es buena para la Complutense. El flamante rector, que lo es de todos nosotros, no debería ignorar, sino integrar, desde el primer minuto, al 42 por 100 de los electores que no le votaron. Ha sido elegido para un mandato, no renovable, de seis años y la tentación (tan de la política española) de pasar el rodillo de su mayoría, sabiendo además que no tendrá que responder de ello cuando su mandato se agote es muy peligrosa.
Finalmente, no es bueno que el discurso sobre las “universidades capacitantes, profesionalizantes y apolíticas” del rector de la Complutense no se diferencie del de la presidenta de la Comunidad de Madrid, porque si no se marcan nítidamente las diferencias, la sospecha de una gestión por delegación, o de una UCM controlada/intervenida, va a quedar flotando en el ambiente. Todo lo ocurrido en el proceso electoral evidenció que desde la CAM y desde las terminales políticas del Partido Popular en la UCM se influyó en el resultado y el primer perjudicado por ello es el propio rector y, por extensión, todos nosotros. Su victoria es indiscutible pero la sombra de la presidenta es alargada, es la mano que mece la cuna y ese fantasma debería ser espantado. Otra cosa es que Goyache no quiera o que la presidenta no le deje.
Como lo cortés no quita lo valiente deseo al rector Goyache y a todo su equipo la mejor de las suertes en esta nueva singladura de la Universidad Complutense de Madrid, que ha sido mi casa desde 1975 y de la que me gustaría jubilarme sintiendo que no ha dejado de serlo. Hoy no tengo esa sensación.

Replica a Ayuso es la mano que mece la cuna. Gobierno conservador y discurso excluyente en la Complutense. – BLOG DE FERNANDO QUIRÓS Cancelar la respuesta