
Por Fernando Quirós
Los estudiantes pueden ser la clave en la primera vuelta de las elecciones a rectora/rector de la Complutense. Tienen un 25 por ciento en la ponderación de voto que marcan los estatutos vigentes, en su artículo 76.4. Pero, su participación en los procesos electorales es históricamente muy baja. En las elecciones de 2019 no llegaron al 10 por ciento, en una universidad que tiene 70.000 alumnos. Este mal endémico de la UCM favorece el que los representantes de este sector sean elegidos por un número de votos ridículo, visto el censo, de electores. Y, sin embargo, tienen la cuarta parte de los votos.
Con cuatro catedráticas y cuatro catedráticos como candidatos es muy posible que el voto del sector con más peso, el del Personal Docente e Investigador (PDI) que suma el 63 por ciento (51 para los permanentes y 10 para el resto de profesores), se divida mucho . Lo mismo puede pasar con el voto del Personal de Administración y Servicio (PAS) que tiene el 12 por ciento. Por eso, si los estudiantes rompen con la funesta costumbre de no acudir a las urnas, puede llegar el vietnam para los candidatos que ahora están mejor colocados, (aunque no son los mejores ni de lejos) sobre todo para el candidato-rector, Joaquín Goyache y para su candidato B, Iñaqui López.
La baja participación, a la hora de elegir cualquier órgano colegiado o unipersonal, como es el caso, favorece el manejo por uno o por varios candidatos de las asociaciones de estudiantes que utilizan como plataforma para sus intereses particulares. Muchas veces son asociaciones que no organizan actividades ni actos académicos y que, incluso, han sido fundadas por uno o por varios docentes. Claro, este tipo de profesores y profesoras, tienen su candidato para rector. Normalmente aspiran a ocupar algún puesto o a obtener regalías, una vez que el nuevo rector/a se pone el birrete negro. Durante la campaña electoral procuran tener desmovilizados/as a los/las estudiantes y movilizadas a sus asociaciones preferidas, que llevan a sus asociados a participar en las elecciones y reciben a cambio el apoyo del profesor/a o profesores/as, que, incluso, llegan a pedir el voto para sus candidatos/as en sus clases y, el día de las elecciones, los llevan ante las urnas con la papeleta en la mano, desde el aula. Por ejemplo, la asociación estudiantil a la que aludió la señora Díaz Ayuso en el infausto día de su investidura como alumna ilustre, que se llamaba Altavoz, fue la guardia pretoriana del rector Gustavo Villapalos y de varios decanos de Ciencias de la Información. A cambio de su apoyo incondicional, recibieron Radio Complutense, la emisora en la que trabajó Díaz Ayuso. Eran tiempos en los que las prácticas en medios de comunicación eran escasas y, ellos les ofrecían la posibilidad de hacer radio desde los primeros cursos, con sólo apuntarse a la asociación. Cuando llegaban las elecciones, las oficinas de Radio Complutense se convertían en oficina electoral. Y puedo demostrarlo.
En contraste con todo esto, que no solo ocurre en Ciencias de la Información, la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología tiene un asociacionismo vivo (quince asociaciones) y una delegación de estudiantes propia, que participan activamente en la gestión del centro que dirige Esther del Campo. Porque, en esta facultad, no sólo se les escucha, sino que se fomenta y articula su participación en la vida universitaria que no es solo estudiar, es vivir a universidad con mayúscula. Le guste a quien les guste o, mejor, por mucho que esto disguste, Políticas, debe ser un ejemplo para seguirlo. Pero, ¡claro!, los estudiantes que hablan y participan de verdad, dan miedo a los burócratas amantes de su sillón y a los que nos leen su magnífico programa para lo estudiantes, pero que son en el fondo déspotas ilustrados, amantes del “Tout pour le peuple, rien par le peuple”. Ellos no quieren que los estudiantes acudan masivamente a las urnas.
Muchos estudiantes sienten desazón por la pérdida de vida en los tres campus de nuestra universidad. Incluso son recibidos con hostilidad o se les ponen mil trabas, ante sus iniciativas y creatividad, en el uso de espacios o del tiempo. Justo lo contrario de nuestra razón de ser como universidad pública. Eso no ocurre en la facultad de del Campo, pero la cosa es que no debería ocurrir en ninguna otra facultad o centro de la Complutense.
Pero Políticas es pequeña, electoralmente hablando, mientras que Ciencias de la Información o Derecho son electoralmente grandes. Es en las facultades con mayor número de alumnos, donde, el mecanismo de manipulación del estudiantado que he descrito, es más peligroso para los candidatos que han demostrado ser mejores en los tres debates electorales, la propia del Campo y Jesús Pérez Gil.
En 2019, la Facultad de Ciencias de la Información era, digámoslo así, era territorio comanche, para Goyache. El andradismo campeaba allí a sus anchas encabezado por el decano Jorge Clemente. Pero, el equipo del entonces solamente candidato supo movilizar a sus estudiantes, utilizando el sistema del que ya he hablado. Y, a final, el voto de este sector en Ciencias de la Información fue clave para la victoria de Goyache. Pero el voto depositado en las urnas fue escasísimo si miramos el total de electores. Jorge Clemente se lo aprendió y, para las elecciones a decano de 2021, contó con el apoyo de una aparecida de repente. una llamada Candidatura Plural que mezcla candidatos de grado, posgrado y doctorado. No organizan un solo acto público, ni desarrollan actividades propias de una asociación de estudiantes (no lo son) pero le han garantizado un cómodo apoyo a D. Jorge Clemente, en su primer mandato y en lo que lleva del segundo.
¿Van a repetir la maniobra en 2023, los unos y los otros a escala de toda la Universidad Complutense? Me temo que sí. Pero, si desde las asociaciones estudiantiles como las de Políticas, que afortunadamente existen en otros centros, aunque allí no se les de el papel que tienen en Somosaguas, son capaces de movilizar a muchos de los que hoy se sienten al margen ignorados o poco importantes para la UCM, la sorpresa estará servida. De momento las rede sociales hierven. Ahora se debe traducir eso en votos. Al candidato o candidata que quieran, pero en votos, en muchos votos, para romper con una maldición histórica como es la de que los estudiantes no votan.
La respuesta el día 21 de marzo. A las urnas, estudiantes.
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