PERIODISMO

Periodismo vs censura corporativa

El periodismo profesional es un fenómeno relativamente reciente. Apareció en los Estados Unidos, a lo largo del siglo XIX y estuvo, con frecuencia, ligado a los partidos políticos. A medida que el negocio de la prensa se concentró, desde principios del siglo XX, con la publicidad como fuente principal de ingresos, la lealtad a las formaciones políticas empezó a perjudicar el negocio y a plantear problemas legales. Todos estos factores contribuyeron a la emergencia del periodismo profesional, cuya idea central es que las noticias no deben ser influidas por las agendas de los propietarios, de los anunciantes, de los editores o de los propios periodistas.

Esta es la doctrina de la objetividad, según la cual el periodista profesional aplica valores neutros a las noticias de modo que la manera de presentar los asuntos públicos tiende hacia la igualdad, sea quien sea el periodista o el medio que de la noticia. Las reglas de la objetividad y la profesionalidad fueron construidas para demostrar que el periodismo observa el mundo sin ataduras.

Lo cierto es que los intereses de los propietarios de los anunciantes se acomodaron fácilmente a ellas, porque no pasaron e otra cosa que de una simple relación de normas nominales. Las reglas de objetividad requerían citas de fuentes creíbles, pero los medios y los periodistas aceptaron sin cuestionadas las condicionantes económicas y el supuesto valor de las fuentes oficiales. Principios como equidad, y la cita de las dos partes fueron aceptados sin pensar que puede haber más de dos partes, y que el hecho de citar no excluye el favoritismo. Tampoco se decía nada sobre que opción tomar o que noticias seleccionar en primer lugar. Con esa flexibilidad, el propietario y el anunciante mantiene el control en la sombra y, con demasiada frecuencia, los periodistas destacados de las redacciones son los que se adhieren a la política del propietario y no causan problemas. No obstante, el crecimiento de la profesionalidad del periodista dio lugar a un cierto grado de autonomía en las redacciones y permitió a los periodistas buscar noticias con mayor libertad.

En el mundo de las grandes corporaciones multimedia, las presiones de los propietarios y de los anunciantes son, sin embargo, mucho más fáciles e, indudablemente se están incrementando, como lo demuestra el hecho de que muchos editorialistas importantes y muchos periodistas han abandonado la profesión hartos de tales prácticas. James Squires, que fue director del Tribune de Chicago, lo describió de forma muy gráfica: el periodismo ha muerto tras el asalto del poder corporativo. El profesionalismo ha logrado, como mucho, una protección limitada de los periodistas frente a las presiones comerciales y políticas. Pero esa protección es cada día más débil por la fuerza de la comercialización y por el aumento de la concentración. Si no se alteran las condiciones institucionales bajo las que se desarrolla el periodismo, cada vez quedará menos espacio para la profesionalidad.